La sabiduría milenaria taoísta equiparó el funcionamiento de los seres humanos con el funcionamiento de la naturaleza. A través de sus estudios estableció los modos en que las personas se encuentran en un constante intercambio -energético y material- con el entorno. Los seres humanos están situados en el medio de una relación dinámica entre el cielo y la tierra, de la cual se nutren al tiempo que reciben y ejercen influencia. Con la finalidad de entablar relaciones más armoniosas con el entorno, la sabiduría taoísta desarrolló diversas técnicas, según sus necesidades específicas: la medicina para el cuidado de la salud; el feng Shui para la construcción de espacios habitables; la adivinación para el discernimiento de la información albergada en los signos; el oráculo para el esclarecimiento de las incertidumbres y el estudio de la suerte o BaZi para el conocimiento del carácter personal.
El carácter personal, naturaleza interna y espíritu personal.
Desde una perspectiva taoísta el carácter personal es el modo en que nuestra naturaleza interna se expresa, a través de los modos en que reaccionamos, operamos, percibimos -a nosotros mismos y nuestro entorno- y nos posicionamos ante las distintas situaciones y aspectos que conforman nuestra vida. ¿De dónde proviene dicho carácter? En parte lo heredamos de nuestra familia -padres y antepasados- pero también proviene del momento en que nacemos. Cuentan que al tomar nuestro primer hálito somos impregnados por el Chi – la energía vital- que había en el aire en el momento de nacer. Con ello recibimos la energía que configurará nuestro carácter personal, también llamado espíritu personal.
Con la finalidad de profundizar en el conocimiento del carácter personal la sabiduría taoísta desarrolló un estudio denominado BaZi, que tiene sustento en el conocimiento estipulado en el I Ching -Libro de las mutaciones-. La palabra BaZi está formada por la unión de dos ideogramas: Ba (八) que significa 8 y Zi (子) que significa caracter/signo. Se trata de los 8 caracteres que simbolizan nuestra configuración energética adquirida en el momento de nacer. También se le conoce como los 4 pilares de la energía personal. El BaZi es el mapa energético de la persona, que se arma a partir de los datos de su nacimiento (año, mes, día, hora). Estos datos de nacimiento permiten calcular la energía vital que había en el aire en el momento que dimos nuestra primer inspiración.
La dinámica de los ciclos y los patrones de funcionamiento de una persona.
Se dice que un ciclo energético encuentra su completud a lo largo del recorrido de varias fases de transformación. Estas se expresan bajo la forma de “los cinco elementos” o “cinco fases” (Wu Xing, 五行), que son: madera, fuego, tierra, metal y agua. Cada una se manifiesta en su forma yin y yang. Los cinco elementos son arquetipos que describen el modo de funcionamiento de la energía en sus distintos momentos de transformación. La madera da nacimiento al fuego, el fuego a la tierra, la tierra al metal, el metal al agua y el agua nuevamente a la madera. El recorrido secuencial de la energía por cada una de las fases garantizará el cumplimiento de un ciclo energético y por lo tanto, posibilitará el inicio de un nuevo ciclo. La energía personal, simbolizada a través del BaZi, queda también expresada en términos de los 5 elementos y se rige bajo las mismas lógicas de funcionamiento. Por lo tanto a partir de conocer mi elemento personal y sus circunstancias, es posible ubicar en qué momento energético se encuentra mi energía. Los modos de circulación que se arman entre los elementos presentes en mi configuración energética, son los que producen mi carácter personal. En caso de que la combinación de mis energías generen un movimiento desordenado, que no circule por cada una de sus fases de transformación, tenderá a originar una circulación viciada. Lo que quedará reflejado en la formación de patrones perceptivos y de comportamiento formas del carácter que se repetirán una y otra vez desde la inercia.
Por ejemplo una persona cuya configuración energética se encuentra ubicada en las fases de madera y fuego, le resultará más habitual llevar su energía hacia afuera, no sólo en lo expresivo sino en sus modos de hacer. Con lo cual será importante regular su energía buscando qué actividades, actitudes, modos de hacer las cosas y de pensar, entre otros aspectos, le ayudan a propiciar una circulación de su energía que pase por las otras fases, en este caso el metal y el agua, el momento en que la energía se mueve de manera descendente y hacia el interior.
La relación entre el carácter personal y la suerte.
¿Cómo el conocimiento de mi carácter personal puede ayudarme a saber posicionarme ante situaciones de duda y confusión?
Para el taoísmo la suerte está estrechamente relacionada con el carácter personal. Se dice que no se trata de tener buena o mala suerte, sino de tener claridad interna, la cual proviene del conocimiento de nuestra propia naturaleza. Por ello, se presenta como menester conocer a fondo dicha naturaleza interna, las formas en que nuestro carácter personal expresa lo que somos y lo que no somos, así como aquello que necesitamos como complemento de nuestra esencia.
Existe una expresión taoísta que versa “ el gran tesoro de los sabios es la ubicación”. En ella se hace referencia a la importancia de tener claridad sobre lo que somos y lo que necesitamos. Para de este modo, posibilitar las circunstancias en las que nuestra energía personal se potencie y encuentre su complementariedad. Entendiendo por “posibilitar las circunstancias” a aquello que realizamos, el modo en que lo hacemos, el sitio y el momento y las personas que elegimos que nos acompañen.
En el transcurso de mi trabajo como consultora de BaZi me he encontrado con personas que se interrogan ¿si la suerte es algo determinado o si hay posibilidades de transformarla? Uno de los principios esenciales del taoísmo es la transformación de la energía. Este principio es aplicable a todas las disciplinas que comprende dicha cultura. Un buen ejemplo de esta aplicación se da en la Medicina Tradicional China y la práctica del Tai Chi Chuan. En ambas disciplinas es necesario, reconocer dónde está localizada la energía y por ende en dónde no lo está; así como también cuál es el estado en el que se encuentra dicha energía y cuál es la tendencia de su funcionamiento dependiendo de su naturaleza (basada en la teoría de los cinco elementos). En ese sentido, desde una visión taoísta, trabajar la propia suerte tiene mucho que ver con abordar un proceso de auto conocimiento. O sea un proceso de aprendizaje, de apropiación de la vida y de los modos de relación que uno establece con el mundo. Observar, cómo articulamos aquello que somos con el afuera, a fin de buscar las condiciones para instaurar caminos más propicios y afines a nuestra propia naturaleza y sus necesidades.
La lógica de los cinco elementos puede servirnos de guía para encontrar diversos modos de trasformación de nuestra energía personal. Observemos la siguiente dinámica que es aplicable al resto de los elementos. Tomemos como ejemplo la energía personal de alguien que es del elemento fuego, dicha persona encontrará en la madera aquello que la nutre, en la tierra aquello que le posibilita la transformación de su fuerza en algo creativo, el metal será el aspecto que le ayuda a reconocer la utilidad de su fuerza (el trabajo) y el agua el momento en que dicha fuerza encuentra su límite (el juicio).
Desde que nacemos tenemos noción de lo que somos y necesitamos.
Algunas veces escuché al maestro Liu Ming decir: los niños son sabios, papá y mamá son una compañía que les ayuda a encontrar las condiciones para conseguir lo que necesitan. Conforme he acompañado a diversas familias en la crianza de sus hijos a través del ejercicio del BaZi, no deja de sorprenderme lo certero de la afirmación del maestro. Desde pequeños solemos expresar de la manera más pura y menos condicionada, aquello que necesitamos. Dando lugar de forma natural a aquello que somos, sin que un aspecto inhiba al otro. El problema viene del grado de influencia que presenta sobre nosotros el entorno, la cultura, los mandatos familiares, etc. En ese sentido el conocimiento del I Ching y del BaZi se presenta como la posibilidad de realizar una pausa a la inercia de las dinámicas que desatan el movimiento de nuestras vidas, para reflexionar acerca de nuestros modos de funcionamiento y desde ahí re posicionarnos en nuestro camino de vida.
¿Cómo tomar una decisión clara y certera cuando nuestro territorio interno, esencia o naturaleza interna, está poblada de fuerzas que la tensan? Fuerzas como la cultura; la herencia familiar; los roles preestablecidos; las normas sociales y modelos que clausuran la diversidad en los modos posibles de ser.
El espacio que se abre entre lo que nos es natural y lo que se asoma como desafío de aprendizaje es donde radica la fuerza de nuestra potencia de vida. Allí se encuentra aquello de lo que necesitamos apropiarnos a fin de “Tomar la suerte en nuestras manos”, como expresó Confucio. La tensión que se produce entre aquello que somos y lo que necesitamos no siempre tiene fronteras muy definidas. A la hora de tomar una decisión o de llevar a cabo una acción es preciso observar si lo que está en juego responde al orden de lo que nos es más “natural” -en el sentido de afinidad y hasta de comodidad, que si bien es expresión de lo que somos muchas veces pone en funcionamiento patrones de comportamiento viciados-, o si corresponde al orden de lo “necesario” -en el sentido de ser complementario a lo que somos, de aquello que se asoma como poco habitual, pero que busca romper nuestros patrones-. Para observar los modos de ampliar nuestra circulación energética y transitar de maneras más equilibradas por los distintos aspectos de nuestra vida.
En ese sentido es que el conocimiento del I Ching y el BaZi nos proporcionan una guía de orientación y discernimiento entre aquello que pulsa por afirmarse (nuestra naturaleza interna) y aquello que busca abrirse paso como algo nuevo (el aprendizaje) que será necesario indagar y ensayar a fin de afianzar nuestro aprendizaje en la vida. Con ello, llevar a cabo un trabajo de auto conocimiento a través de las distintas técnicas que proporciona la cultura taoísta posibilita emprender un camino de mayor disfrute y apropiación de la vida.
Katya Mora, Buenos Aires. 2016